jueves, 12 de noviembre de 2009

El país del norte no se resigna

Esta primera década del siglo XXI nos ha demostrado la relevancia que tiene el agotamiento general de las reservas energéticas y la preocupación norteamericana sobre el control de un recurso tan importante como el petróleo. Estados Unidos ha comenzado guerras en Afganistán primero y en Irak después, esta última sin el aval de Naciones Unidas, alzando la bandera de lucha contra el terrorismo, justamente en la zona geográfica donde se ubican las principales reservas de petróleo en el mundo. Dentro de las estrategias por controlar los recursos energéticos, Medio Oriente continúa siendo la pieza principal, pero detrás de esta región estratégica aparece Venezuela, que se convirtió en el segundo país del mundo con mayores reservas petroleras certificadas.

Recientemente se han probado más de siete mil millones de barriles más, por lo que Venezuela ha superado los 142 mil millones de barriles totales, posicionándose sólo detrás de Arabia Saudita, que posee unos 260 mil millones de barriles probados. Las últimas reservas probadas se ubican en el margen norte del río Orinoco y es consecuencia del Proyecto Socialista Orinoco Magna Reserva a cargo de algunas empresas trasnacionales y la estatal Petróleos de Venezuela SA (Pdvsa). Sus responsables prevén llegar a certificar 316.000 millones de barriles para 2010, por lo que se colocaría como la mayor reserva petrolera del mundo, sumado al reciente anuncio de 418 mil millones de pies cúbicos de reservas probadas de gas natural asociado.

Además de las riquezas energéticas que se encuentran en Venezuela, el bloque político al que pertenece, UNASUR, es la cuarta potencia gasífera y de crudo del planeta, el séptimo productor mundial de carbón mineral y dos de sus integrantes dominan el ciclo completo de manipulación del uranio para la generación nucleoeléctrica. Para poder contextualizar adecuadamente no sólo tenemos que referirnos a las buenas perspectivas de crecimiento de UNASUR en materia energética, sino a la situación desfavorable que se presenta en América del Norte y Europa. Estados Unidos produce actualmente cinco millones de barriles diarios de petróleo y consume 19 millones, por lo que está obligado a importar los 14 millones restantes, ya que posee solamente 16 mil millones de barriles de petróleo en reservas. En México la producción está cayendo en un 20 por ciento y al cabo de tres años podría pasar de ser exportador a tener que importarlo. Mientras que en Europa el petróleo se está agotando de manera considerable.

El creciente consumo de petróleo y el agotamiento de las reservas petroleras han llevado a los países que poseen este fundamental recurso energético a aumentar el control sobre sus reservas y a las grandes potencias a desarrollar tácticas más agresivas en las zonas estratégicas.

Estados Unidos ha controlado la industria petrolera venezolana indefinidamente, pero desde la asunción de Hugo Chávez, el pueblo venezolano recuperó su mayor fuente de riqueza que había sido aprovechada por los grandes grupos económicos norteamericanos, que administraban vergonzosamente este recurso, obteniendo importantes beneficios y dejando a Venezuela sin obtener nada a cambio. Previo a la asunción de Chávez, las privatizaciones y las políticas neoliberales contemplaban la venta de la Industria Petrolera Venezolana. Se trató de imponer la idea que el petróleo no era buen negocio, para agilizar la venta de esta industria. Cuando Chávez asume como presidente de la República Bolivariana de Venezuela en 1999, inmediatamente detiene las privatizaciones y comienza el proceso de nacionalización del petróleo, con cuyos beneficios pudo desarrollar planes sociales y mejoras muy significativas en distintas áreas como educación, salud, viviendas, infraestructura vial.

Si bien América Latina no forma parte de los principales focos de conflictos en la actualidad, la asunción de gobiernos populares y democráticos afecta el posicionamiento de Estados Unidos como potencia hegemónica mundial, entendiendo a Venezuela como uno de los mayores responsables del desplazamiento del viejo orden energético. Las denuncias del presidente bolivariano por la ofensiva imperial en nuestro continente deben ser escuchadas y los gobiernos latinoamericanos deben actuar conjuntamente para asegurar la soberanía de los pueblos. No por nada Estados Unidos tiene siete bases establecidas en Colombia, una en Aruba, una en Curazao y 660 infantes de marina en Guyana, estableciendo un cordón que rodea al único país que tendrá las mayores reservas probadas de petróleo.


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