jueves, 12 de noviembre de 2009

Tanto dolor tienen en la boca

«Yo tuve hambre y me diste de comer», dijo Jesús encarnado en la figura del pobre. Combatir el hambre es una exigencia evangélica, un imperativo ético, un deber de ciudadanía y solidaridad, para que podamos sacar a la humanidad de esta prehistoria en que billones de personas aún no tienen asegurado el derecho animal más elemental: comer.
(Hambre cero mundial. Frei Betto. 29/09/2004)


La crisis financiera internacional desatada el año pasado desplazó de la escena a la crisis alimentaria. Pero aunque no salga en la televisión, el problema del hambre sigue intacto y en ascenso.

Entre marzo de 2007 y marzo 2008, el precio de los cereales, sobre todo el trigo, aumentó un 130%, la soja un 87%, el arroz un 74%, y el maíz aumentó en ese año un 53%. Cuando en agosto de 2007 estalló en Estados Unidos la crisis financiera e inmobiliaria, los grandes fondos de inversión especulativa trasladaron millonarias sumas de dinero a controlar los productos agrícolas en el mercado internacional. Cuando la burbuja inmobiliaria se pinchó, los especuladores se orientaron a los mercados de cereales. Estos alimentos se han convertido en un objeto más de especulación bursátil, cuyo precio se modifica, y aumenta, en función de las especulaciones y no en función de los mercados locales o las necesidades de la gente.

La escasez de reservas, el alza sin precedentes en los precios de los productos agrícolas y el conjunto de aumentos especulativos en los precios de los alimentos condujeron en 2007 a una ola de hambre mundial.

Estando a fines del 2009, el número de personas hambrientas alcanza las mil millones (la sexta parte de la población el planeta), mientras que el año pasado fue de 963 millones. Tres cuartas partes de quienes no tienen suficiente qué comer son campesinos y trabajadores rurales (los mismos que producen la comida), mientras un puñado de corporaciones agroindustriales (que deciden a dónde y a quién va el alimento) se embolsan miles de millones de dólares.

En los Objetivos del Milenio de la ONU, pactados en el año 2000, se establece que para el 2015 los países del mundo deberán reducir al menos hasta la mitad el número de personas afectadas por el hambre.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) estimó que el número de personas hambrientas alcanzó este año 1.020 millones este año y el mundo debe elevar la producción de alimentos en un 70 por ciento para alimentar un total estimado de 9.100 millones de habitantes en el 2050.

Entre el 13 y el 18 de noviembre se realizará en Roma la tercera Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria de la FAO que tiene como objetivo “impulsar la creación de un nuevo orden agrícola que permita doblar la producción para el año 2050, con el fin de garantizar la seguridad alimentaria y nutricional en la población”.

De la Cumbre participarán miembros de Vía Campesina que reclamaran y señalaran la importancia de la soberanía alimentaria, entendida como “el derecho de una nación a determinar su producción y consumo de alimentos y la exclusión de la agricultura de regímenes de comercio global como el de la OMC. También significa consolidar una agricultura centrada en los pequeños productores protegiendo al mercado doméstico contra las importaciones baratas, fijando precios competitivos para campesinos y pescadores, suprimiendo todos los subsidios directos e indirectos y suspendiendo las subvenciones domésticas que promuevan una agricultura no sustentable”.

El último documento de la FAO fue objetado por Venezuela, Cuba, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua porque consideraban que no refleja los reales factores que causan la crisis, como los elevados subsidios y las políticas agrícolas distorsivas aplicadas por los países desarrollados.

La crisis alimenticia está ocurriendo mientras hay suficiente comida en el mundo para alimentar a la población global. Actualmente se produce mucho más que en años anteriores y la población mundial ha crecido en porcentaje menor a la producción de alimentos. Entonces, no hay una crisis de producción sino una imposibilidad para acceder a ellos. Según la FAO, en los países en vías de desarrollo la comida representa hasta el 60 u 80 por ciento del gasto de los consumidores. Un aumento brusco en los precios condena a grandes mayorías al hambre.

A continuación un fragmento de la exposición sobre la crisis alimentaria por parte de una miembro de la Red Ciudadana frente al Comercio e Inversión de El Salvador.



Fuentes
-Desafíos para el movimiento social ante la especulación con el hambre. Wim Dierckxsens. ALAI. 27/05/2008
-Página web de FAO
-Página web de Vía Campesina

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