Reflexiones no objetivas
1- La psicología social como disciplina se ha dedicado a lo largo de los años a describir pormenorizadamente un constructo teórico llamado “Representaciones Sociales”. Si bien cualquiera puede tener una vaga idea de lo que significan, vale decir en un muy resumidas cuentas que es a través de éstas que el ser humano, en tanto sujeto social y cultural, observa la realidad. Y cuando decimos observar la realidad mejor deberíamos decir construir. Esto es así, puesto que nadie puede afirmar cuál es la única realidad, la verdadera, sino que como grupo de individuos podemos acordar que nuestra realidad será tal o cual. En este sentido, el poder de los medios como creadores de verdades, de situaciones es inconmensurable.
2- Ya nadie sale al balcón para ver qué temperatura hace; la ropa con la que salimos vestidos a la calle la deciden los números que figuran en la parte baja o alta de una pantalla. Ahora bien, mentir sobre la temperatura no beneficiaría a nadie, por lo que no hace falta estar muy en guardia al respecto. Sin embargo, Orson Wells, a mediados del siglo XX nos enseñó que no es bueno creer ciegamente en nada. Fue cuando en un programa radial ficcionado, las noticias anunciaban que los extraterrestres invadían la Tierra. Si bien nadie los había visto venir, miles de personas cayeron presas del pánico.
3- Nietzsche afirmaba, en lo que es una de las frases más sabias que se hayan dicho, que los hechos no existen, sólo las interpretaciones. Así es como frente a una medida socialista y distributiva, bien se puede informar que habrá menos pobres, como que aumentará el gasto público. La idea del cliente informativo respecto a las medidas gubernamentales y su consecuente apoyo o rechazo estará marcada, en la mayoría de los casos, por el enfoque del medio. Esto se traduce inmediatamente en las urnas. Aquí se puede notar nuevamente cómo una realidad tangible y palpable que muestre un avance en el desarrollo social puede sucumbir, como representación social, frente a la interpretación mediática. La pasividad con que en la mayoría de los casos la ciudadanía recibe las noticias es una de los pilares en los que se basa el poder mediático.
4- Si en este momento le preguntara al lector qué es lo que está viendo, es 100% seguro que no me diría la verdad, aunque tampoco me mentiría. ¿Cómo es eso? Bueno, si tomáramos el ejemplo de este blog, el lector podría decirme que está viendo estas letras. Pero uno podría preguntarle, ¿Acaso no estás viendo también las hojas que hay a un costado? Entonces él se vería obligado a afirmar que sí, pero que desde un recorte no intencionado afirmó que lo que estaba viendo eran estas líneas que lee. Resulta evidente que a la hora de informar un hecho la objetividad no existe, que todo es un recorte, pero igual de evidente es que hay recortes y recortes. Los hay imparciales pero también los hay mal intencionados. El primero de los casos configuraría, valga el juego de palabras, el nivel de no objetividad que un medio debería adoptar para lograr el ideal de objetividad al momento de describir un hecho. Y ojo que se está hablando de informar, no de opinar.
5- Se podría decir que la prensa, como hoy la conocemos, recién tomo su forma cuando se desbarrancaron los regímenes totalitarios. Tanto en la Antigüedad como en la Edad Media, lo más parecido a un diario eran los informes de las resoluciones del Estado. El periodismo y la libertad de expresión es consecuencia absoluta de la vida en democracia. Y al no poder disponer de sistemas autoritarios que impongan sus conveniencias y sus verdades, el establishment se ha encargado, mediante el dinero, de imponer políticos, pero también de imponer realidades. Resulta paradojal el que advenimiento de la democracia fuera un mal necesario para una burguesía que, con sistemas monárquicos, veía debilitado su poder decisión. Sin embargo, la libertad de expresión venía indefectiblemente pegada al nuevo sistema. Si no puedes con el enemigo únete a él, dicen, y fue así como, de manera planificada, la burguesía incorporó a la prensa como una de sus principales armas. Finalmente, lo que podía parecer peligroso para el status quo -el que cada ciudadano pueda opinar libremente- terminó beneficiándolo, en tanto se monopolizaron las opiniones y se las orientaron acorde a su interés. Ahora ya no sólo imponen las políticas que los benefician, sino que también hacen que los principales perjudicados las apoyen.
6- En la Argentina independiente de la Corona Española, uno de los primeros que supo ver el enorme poder de la prensa fue Mariano Moreno, quien fundó La Gazeta , un periódico principalmente destinado a difundir las ideas de la revolución. Con el paso de los años y con el país completamente libre, la prensa estuvo sistemáticamente en manos de los conservadores. La Nación, el diario más antiguo en la actualidad, es un claro ejemplo de dicha tendencia. Con la llegada de los inmigrantes a fines y principios del Siglo XX, surgió un nuevo tipo de prensa: la prensa obrera, de tendencias socialista y anarquista. Sin embargo, ésta nuca logró un gran alcance, en parte debido a la censura y a las sucesivas represiones que sufrían los sindicatos. Hoy en día no hace falta decir que el panorama no difiere muchos respecto a los anteriores siglos, Basta hacer notar que más del 80% de los ciudadanos se informan en base a diarios cuyos dueños son a su vez accionistas de las empresas más rentables del país.
7- Si se echara un vistazo general a la situación latinoamericana actual en cuanto a los gobiernos de turno y el comportamiento de la prensa se podría llegar a una conclusión un tanto preocupante: cuanto menos favorece la coyuntura política a los intereses corporativos de los poderosos, más deben éstos echar mano a sus armas mediáticas. Esto hace que los medios se alejen cada vez más del ideal informativo y pasen a transformarse en pancartas propagandísticas anti gobierno. Nunca como en la actualidad se notó tanto una clara orientación en la manera en que se informa, un marcado espíritu destituyente en cada una de las líneas de la mayoría de los periódicos y las voces de los conductores radiales y televisivos. Como plantea Foucault, cuando parte de poder se pierde, la invisibilidad de las imposiciones se rompe, y entonces las cadenas que antes no se sentían se hacen presentes. Algo parecido pasaría con los medios, los cuales ya no pueden disimular su falta de independencia y su sujeción al capital.
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