Bifurcación en América Latina
Pasaron más de dos meses desde el golpe de estado en Honduras, severa embestida contra el proceso que viene gestándose en Latinoamérica en los últimos años. De aquí en adelante, que las próximas elecciones se tornen decisivas para aclarar el rumbo que tomará la región. El próximo desafío se verá en suelo uruguayo. Sin dudas, los comicios del 25 de octubre representarán un nuevo apoyo a las trasformaciones progresistas que recién han comenzado o la vuelta a las políticas neoliberales.
Teniendo en cuenta la imposibilidad de la reelección del presidente Tabaré Vásquez, el oficialismo presentó como candidato a José “Pepe” Mujica. El miembro histórico del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, estuvo encarcelado desde 1973 hasta 1985 por sus actividades guerrilleras. La coalición del Frente Amplio representa la continuidad de los cambios logrados. La principal fuerza opositora será Luis Alberto Lacalle, candidato del Partido Nacional. Como ocurre con las figuras políticas de la derecha dentro de nuestras fronteras, hace varias semanas que Lacalle recurre a la estrategia de desprestigiar, descalificar y acusar al candidato del oficialismo, en lugar de hablar de propuestas políticas y modelos de país.
A un mes y medio de las elecciones, las consultoras dan como ganador al Frente Amplio con un respaldo del 45 por ciento, seguido del partido Nacional con un 32 por ciento. Atrás se ubica el partido Colorado con diez puntos, mientras que los indecisos llegan al once por ciento. Pero el panorama electoral no es tan simple. La Constitución uruguaya dispone que para llegar a la presidencia, el candidato debe alcanzar la mitad más uno de los votos, por lo que, de mantenerse estos sondeos, al oficialismo no le alcanza para ganar en primera vuelta. De llegar a una segunda vuelta, que sería el 29 de noviembre, el partido Colorado apoyaría a su rival histórico, el Partido Nacional y la elección resultaría más pareja. Aún así, a estos datos hay que sumarle que la coalición de izquierda consiguió aumentar su intención de voto en los últimos dos meses.
El escenario se repite en los distintos países, pero la reacción de los pueblos no es la misma, y dependiendo del territorio donde se disputa, la elección viene más ligada al prontuario del candidato que a una ideología definida. Pero las estrategias son las mismas. En Bolivia, la oposición formó un frente en conjunto con el objetivo de parar el progreso que viene gestando el pueblo presidido por Evo Morales de cara a las elecciones del 6 de diciembre próximo. A pesar de la constante desestabilización proveniente de los sectores más conservadores, el referendo revocatorio deja en evidencia el claro apoyo popular que tiene Evo en Bolivia, consecuencia de políticas firmes y un claro acercamiento a organizaciones y movimientos sociales.
En diciembre de 2010 se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en Chile, tal vez, en una situación más desfavorable para el progresismo. En los sondeos realizados hasta la fecha Sebastián Piñera le saca algunos puntos al candidato del oficialismo, Eduardo Frei. Piñera, quien llegó a la segunda vuelta con Michelle Bachelet en 2005, es dueño de la aerolínea LAN, propietario del Colo-Colo y estuvo vinculado a la dictadura de Augusto Pinochet. Su triunfo significaría un estado ausente, atado a las políticas del libre mercado y un mayor acercamiento a Estados Unidos. Porbablemente, el panorama se torna difuso debido a la falta de una política ideológicamente firme por parte del gobierno de Bachelet. Como ocurrió en las elecciones legislativas de Buenos Aires, en donde el oficialismo recibió un duro golpe gracias a la conspiración de los monopolios de la información, la oligarquía y los partidos opositores. Otro interrogante que aparece en el continente es la sucesión de Luiz Inácio Lula da Silva. El presidente brasileño ya fue reelegido, por lo que la actual jefa de Gabinete, Dilma Rousseff, sería la candidata designada a sucederlo.
Uruguay es sólo la primera batalla del cronograma electoral que se viene tras el ataque que tuvo lugar en Honduras. Recordemos que el pueblo ecuatoriano ha ratificado al gobierno de Rafael Correa, quien ganó con una amplia diferencia en abril de este año. La derecha internacional estará atenta al rumbo que tome Latinoamérica. Si se vuelve a las políticas neoliberales estrechamente influenciadas por los Estados Unidos o si se opta por una política internacional independiente.
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