Cuestión de base
Clima de creciente tensión es el que se vive entre los países caribeños de Sudamérica, previo a la concreción de la última fase del Plan Colombia. Es que Estados Unidos está a un paso de instalar sus bases militares en dicho país, y la posibilidad de ser continuamente controlado no es algo que entusiasme al principal enemigo del imperialismo yanky en el continente, el venezolano Hugo Chávez, quien en declaraciones de la semana pasada instó a su pueblo a prepararse para la guerra.
El Plan Colombia surgió en 1999 y fue el resultado de la firma de un acuerdo entre el entonces Presidente de Estados Unidos, el demócrata Bill Clinton, y el Presidente colombiano Ariel Pastrana Arango. El objetivo del plan, por lo menos el oficial, era aunar fuerzas para combatir el narcotráfico y vencer a las guerrillas colombianas, en particular a las FARC, consideradas por ambos países como fuerzas terroristas. Sin embargo, más allá de la posible solidez de las justificaciones oficiales, muchos son los que dudan respecto a éstas, considerándolas tan sólo pretextos del país del norte para mantener su control sobre la zona.
Por otro lado, no es casual el momento en el que se van a instalar la bases, ya que coincide con el fin de la concesión de la base de Manta, en Ecuador. Al respecto, cabe recordar que desde 1999 las tropas estadounidenses disponen de dicho lugar para operar, y que por decisión del Presidente de Correa, el permiso no les fue renovado. Siempre contar con una az bajo la manga, esa parece ser la táctica del gran país del norte, que más allá de tener gobiernos demócratas o republicanos, en todo momento se ocupa de ejercer el control sobre la zona. Por eso llaman la atención las notas de muchos pensadores que desplegaron la teoría de que en la última década Estados Unidos, debido a que mantuvo la atención en sus enemigos de Medio Oriente, estuvo "descuidando” a Sudamérica. Siguiendo este camino, la hipótesis termina justificando en su enunciado el ascenso al poder de los gobiernos de izquierda en la zona. A ellos habría que recordarles el golpe de estado del 2002 a Chávez, organizado por la CIA o la base de Manta anteriormente citada, o el envío de la Quinta Flota a patrullar los mares del sur, para al fin decirles: “No se procupen, lo hermanos estadounidenses siempre tienen tiempo para nosotros”.
En la última reunión de Presidentes de sudamérica, llevada a cabo en la ciudad rionegrina de San Carlos de Bariloche, todos los mandatarios, salvo la abstención del de Perú, se manifestaron en contra de la instalación de la bases en Colombia. Los más enérgicos, Chávez y Correa, expresaron su preocupación por el peligro que representa tener tan cerca tropas estadounidenses con inmunidad para hacer lo que quieran. El mandatario ecuatoriano incluso desplegó un informe en power point mediante el cual demostraba que sumar militares no servía de mucho, habida cuenta de que en Ecuador se destina el 10 % del presupuesto militar de Colombia y carecen, prácticamente, de casos de narcotráfico.
Otro aspecto a tener en cuenta son los lugares elegidos para instalar las bases. Sudamérica es una región muy rica en recursos naturales, y disponer de un control cercano a éstos parece ser otro criterio. En el caso de la instalación en Colombia, ésta se podría justificar, además de por la necesidad de tener soldados en la zona, por la cercanía al petróleo venezolano y a dos regímenes diametralemente opuestos al imperio. También se podría citar el último intento -con la excusa de la supuesta presencia de terroristas- de envío de marines a la Triple Frontera, lugar privilegiado en cuanto al comercio entre Argentina, Parguay y Brasil, y sobre todo punto neurálgico del Acuífero Guaraní, uno de los mayores reservorios de agua del mundo.
La abogada, escritora e investigadora venezolana-estadounidense Eva Golinger, habla en este video sobre las bases yanquis.
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